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Ignacio de Grassa

El prestigioso médico padre de familia y literato Raúl Herrera abre su bandeja de entrada una vez su último paciente del día sale por la puerta. Como todos los lunes tiene cantidad de mensajes de lectores de su columna semanal en el periódico local que le escriben esperando que su caso y sus problemas sean elegidos y publicados en la columna del Dr acompañados de una solución y algún sabio consejo que los ayude.

Esa noche le llama la atención el mensaje de un usuario llamado ZH, un adolescente cuyo problema es la falta de sueño, la ansiedad y principalmente la falta de cariño por parte de sus padres a los que no ve muy a menudo, sus notas van en picado y estos no se dan cuenta de que el chico está hundido. El Dr sabe que no es un tema jugoso y digno de estar en la columna de los miércoles y que no gustará tanto como el caso de un hombre que pretende suicidarse en breve, de todas formas el Dr entabla conversación con el usuario ayudándole en lo posible vía mail hasta que un día deciden quedar en su consulta un martes sobre las 8:00 de la tarde para hablar en persona, lo hacía porque le gustaba su trabajo, lo hacía para ayudar y se volcaba totalmente en sus pacientes.

Aquel día antes de cerrar el ordenador y irse a casa la secretaria le avisó que un joven venía a verle, La secretaria se apartó dando paso al joven adolescente. A Raúl le dio un vuelco al corazón, el trabajo lo había cegado... Era su hijo, Zacarías Herrera alias ZH. ¿Cómo no se había dado cuenta?

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